RELIEVE.
Relieve (geografía), en geomorfología, nombre genérico que se da al conjunto de formas que modelan la superficie de la corteza terrestre (montañas, llanuras, mesetas, valles, etc.) y que son el resultado de las continuas interacciones de los diferentes componentes del espacio geográfico (litosfera, atmósfera, hidrosfera y biosfera). La orografía se encarga de la descripción científica del relieve: caracteriza y clasifica de manera sistemática las formas del terreno, así como las combinaciones definidas por sus asociaciones. Los relieves se diferencian por su pendiente, que se mide por el ángulo que forman con la horizontal.
2 FUNDAMENTOS Y DEFINICIONES
El relieve terrestre presenta constantes modificaciones debido a dos tipos de fuerzas: las que proceden del interior de la Tierra (procesos geodinámicos internos, generados por la tectónica de placas) y las fuerzas que actúan en el exterior (procesos geodinámicos externos, resultado de los agentes erosivos). Las internas crean las formas del relieve al presionar las placas en que se divide la litosfera y provocan los terremotos y los volcanes, y los pliegues y las fallas, que pueden levantar montañas (orogénesis). Las fuerzas externas son las que, sobre todo, desgastan lentamente las formas del relieve ya existentes y, en ocasiones, originan otras. Ambas fuerzas modifican el relieve terrestre.
El relieve, además de los procesos y fuerzas que llevaron a su génesis, está determinado por la composición y la disposición litológicas, es decir, de las rocas. Hay relieves estructurales, caracterizados por la naturaleza de las rocas (o estructura litológica) y por su disposición (o estructura tectónica), que se pueden clasificar en plataformas (fundamentalmente constituidas por rocas eruptivas y metamórficas, originadas en la era paleozoica) y en sistemas plegados (que se apoyan y se adaptan al armazón formado por las mencionadas plataformas, y que están constituidos por series sedimentarias deformadas y creadas durante las eras secundaria y terciaria, es decir, mesozoica y cenozoica). La geomorfología estructural se encarga del estudio de este tipo de relieves.
La epirogénesis está relacionada con movimientos verticales muy lentos y continuados que afectan a grandes extensiones de la superficie terrestre (escala continental), como las plataformas. Las estructuras aclinales (sin pliegues) están afectadas por los movimientos epirogénicos, los cuales pueden provocar, por un lado, un leve basculamiento hacia un lado (como por ejemplo, ocurrió con la península Ibérica, inclinada hacia el oeste, o como son los relieves de cuesta), resultando estructuras monoclinales (con menos de 15º buzamiento y en un solo sentido), o, por otro lado, pueden originar el abombamiento de la corteza, que asciende unas veces y muestra carácter positivo (anteclise), y desciende otras, basculamiento considerado de tipo negativo (sineclise).
La geodinámica externa o geomorfología dinámica se encarga de examinar todos los fenómenos y procesos exteriores a la corteza terrestre que concurren en la formación del relieve, conocidos como erosión y meteorización (alteración sin transporte). Diversos agentes contribuyen al desarrollo de estos procesos externos: agua en sus diferentes estados, variaciones de temperatura, viento, organismos vivos, etc. Las causas morfogenéticas externas son la gravedad y la energía térmica. Una prolongación de la geomorfología dinámica es la geomorfología climática, que estudia el relieve en sus relaciones con el clima.
3 TIPOS Y FORMAS DEL RELIEVE
Hay formas características de cada parte de la superficie terrestre. En el relieve de los continentes destacan las cordilleras, las llanuras, las mesetas, los valles y las depresiones; los ríos modelan valles con perfil transversal en “V”, vegas, meandros, cañones, desfiladeros; los glaciares tallan circos y valles con perfil en “U”, y depositan morrenas; el viento genera dunas. Las principales formas del relieve costero son: cabos, golfos, penínsulas, islas, archipiélagos, marismas, deltas y estuarios; en la costa alta predominan los acantilados y las calas, mientras que en la costa baja, destacan las playas. En el relieve oceánico o submarino se distinguen las plataformas continentales, los taludes continentales, las llanuras abisales, las dorsales oceánicas y las fosas oceánicas.
En función de los agentes erosivos que intervienen, se originan diferentes tipos de modelado. Así, la acción de los ríos produce el modelado fluvial; la acción de los glaciares genera el modelado glaciar; la acción del viento y los cambios de temperatura causan el modelado desértico; la acción del mar (el oleaje, las mareas y las corrientes marinas) crea el modelado costero; el agua en las calizas configura el modelado cárstico.
Dependiendo de la disposición tectónica se habla de tres tipos básicos de relieve: relieves tabulares, que tienen una estructura llana o aclinal, generada sobre los materiales de las cuencas sedimentarias no plegadas (es decir, que no han sufrido tensiones orogénicas), como son los páramos, las campiñas, los cerros testigos y las mesas, o las cuestas (cuya estructura es monoclinal); relieves plegados, que se forman sobre material sedimentario cuando este se ondula a causa de un movimiento orogénico y se desarrollan sobre materiales blandos o rocas flexibles; y relieves fallados, que se crean sobre grandes bloques fracturados de los escudos y macizos antiguos, sobre materiales duros o rocas rígidas, dando como resultado el desplazamiento de esos bloques.
En función de la composición litológica se diferencian, principalmente: las formas del relieve cársticas (lapiaces, poljés, dolinas, cuevas), las formas del relieve graníticas, muy diaclasadas (penillanuras; canchales o berrocales, con sus bolos, torres y dorsos de ballena; macizos graníticos; domos, cerros graníticos y montes-isla) y las formas del relieve volcánicas (conos volcánicos con su chimenea y cráter, coladas de lava, calderas volcánicas y acumulaciones piroclásticas).
4 REPRESENTACIÓN CARTOGRÁFICA DEL RELIEVE
Las variaciones de altitud de las colinas y montañas, así como las profundidades de los valles y gargantas, tal y como aparecen en un mapa topográfico (véase Mapa), definen el relieve y se pueden representan en los mapas del relieve; a menos que el relieve esté adecuadamente representado, el mapa no da una imagen clara de la forma del terreno que representa. Los cortes o perfiles topográficos también reflejan el relieve de una zona.
En los mapas del relieve antiguos, a menudo, los cartógrafos señalaban las formas del terreno de forma pictórica, por medio de pequeños dibujos de montañas y valles, pero era un método muy poco preciso. Más adelante se utilizó el sombreado, y con el tiempo se sustituyó por el sistema de curvas de nivel. El intervalo de altitud entre curvas de nivel consecutivas que se seleccione debe ser uniforme o equidistante, y se determinará en función del objetivo del mapa, la superficie a cubrir, la disponibilidad de datos y la escala del mapa; así, los mapas a escala 1:200.000 pueden tener curvas de nivel cada 100 m de altitud y los mapas 1:25.000, cada 10 metros. Las curvas de nivel se complementan con los puntos acotados, símbolos que figuran en el mapa con su cota, en lugares significativos como picos, montañas, puertos de montaña o ciudades. Las formas de las curvas de nivel constituyen una representación bastante exacta de las elevaciones y depresiones, ya que muestran las altitudes reales: cuando las curvas de nivel están muy próximas, indican la presencia de una pendiente abrupta y, cuando están muy separadas, señalan la existencia de una llanura.
Existen otros métodos para representar el relieve, como el uso de tintas hipsométricas, de las tramas y del ya mencionado sombreado. Cuando se utilizan tintas hipsométricas, se selecciona una serie graduada de tonos de color para colorear áreas dentro de unos intervalos de altitudes determinados; así, por ejemplo, los terrenos con una altitud entre 0 y 100 m pueden colorearse con un tono verde suave, los terrenos con una mayor altitud, comprendida entre 100 y 200 m, con un verde más oscuro y los que están entre 200 y 300 m, con un marrón claro; y así sucesivamente, para lo cual, normalmente, se usan códigos cromáticos convencionales, es decir, arbitrariamente fijados y aceptados en el ámbito internacional con el fin de facilitar la lectura de los mapas del relieve.
Las tramas o rayados perpendiculares se utilizan para representar pendientes. Cuando se quieren representar pendientes más empinadas, los trazos de las rayas se hacen más gruesos y se dibujan más próximos entre sí. A menudo, se rayan o sombrean sólo las pendientes orientadas al sureste, con lo que se consigue el efecto de una vista a vuelo de pájaro del área iluminada por la luz desde el noroeste.
Aunque los sombreados o los rayados dibujados con gran esmero no proporcionan información sobre las altitudes, pueden interpretarse visualmente más fácilmente que las curvas de nivel y, muchas veces, se utilizan junto a estas para dar una mayor claridad al mapa.
lunes, 9 de agosto de 2010
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